Se trata de un excepcional monumento que alberga sorprendentes obras como el bellísimo púlpito en el que la imagen de Cristo aparece adornada con todos los símbolos de su Pasión.
o como la deslumbrantes pinturas murales de grisalla que permanecían ocultas en el cimborrio bajo un revestimiento realizado en el siglo XIX, descubiertas durante la restauración.
En ellas se representan figuras desnudas de personajes de la mitología clásica, como Dido y Eneas o Apolo y Venus y de la Biblia, como Adán y Eva o Judith y Holofernes. Su ejecución coincide en el tiempo con el comienzo del Concilio de Trento y constituye la última muestra de desnudos en el arte religioso del Renacimiento español.
Y hablando de Trento, una paradoja, la visita a otra de las joyas que alberga Tarazona, su Palacio Episcopal, me permitió descubrir como uno de sus obispos renacentistas a un miembro de la insigne familia de los Gonzaga, Ercole, obispo de esta diócesis entre 1537 y 1546 y que fue uno de los Presidentes del Concilio de Trento, falleciendo precisamente mientras presidía una de sus sesiones, el día 2 de marzo de 1563.
Les dejo con el retrato de Hércules (Ercole) Gonzaga tomado del bello (y aún no restaurado) Salón de Obispos del Palacio episcopal de Tarazona
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