domingo, 23 de mayo de 2010

El poder


"¿Queréis un nombre para este mundo? ¿una solución para todos sus enigmas? Este mundo es la voluntad de poder y nada más" (F. Nietzsche)

El poder mueve a los hombres por encima de cualquier otra pasión o instinto por lo que, necesariamente, alienta y hace surgir lo mejor y lo peor de cada uno de nosotros. Ha habido muchos escritores que han resaltado los aspectos negativos del poder: Shelley, por ejemplo, lo describe como una devastadora pestilencia que contamina todo lo que toca. Montherlant llega a decir que no había posibilidad de un ejercicio humano o racional del poder. Sólo es posible el abuso de poder. Heródoto, finalmente, afirma solemnemente que si se da todo el poder al hombre más virtuoso, pronto dejará de serlo.

Hay quien, como Platón, muestra algo más de optimismo al afirmar que el poder sólo vuelve malos a la mayoría de los hombres que lo detentan.

En un sentido más positivo, Napoleón observa la concurrencia de dos maneras de ejercer el poder, a través de la fuerza y de la inteligencia. De modo insólito, a la vista de su biografía, o quizás por esa misma peripecia personal, afirmó la absoluta impotencia de la fuerza, que siempre acaba vencida por la inteligencia.

Como denominador común de estas consideraciones, podemos afirmar que los pensadores de todas las épocas han apreciado los riesgos del poder y nos han amonestado sobre los perniciosos efectos de sus excesos.

¿Por qué es esto así?, ¿cuáles son las causas del lado oscuro del poder?, ¿cómo podemos corregir sus excesos?

- Cualquier afirmación sobre el poder debe ponerse en relación inevitable con los rasgos caracteriológicos de quienes lo pretenden conseguir y los efectos que sobre los mismos produce su ejercicio.

Nos hallamos ante personas poseídas de una fuerte vanidad y un intenso amor de dominio. Recorren, a fin de satisfacer ambos, una fina arista a cuyos lados se abren prodigiosos precipicios. El final de la escalada será la cumbre, hollada antes por otras muchas personas que han asumido el mismo riesgo en otras épocas, pero plenamente virgen para todos y cada uno de los afortunados triunfadores.

La victoria produce una sensación de plenitud única y genera en el poderoso un doble sentimiento difícilmente llevadero: logra un pleno valor de sí mismo y, a la vez y de modo contradictorio, una enorme prevención frente a toda persona que, a su alrededor pueda suponer un peligro, siquiera potencial a su dominio.

Esta sensación contradictoria tiene una gran intensidad y presiona de modo difícilmente soportable a los detentadores del poder.

La manera de escaparse de la presión es alejar de su entorno a las personas más brillantes intelectual y moralmente, por constituir el más posible origen de peligro y aumentar el número de mediocres. Esto proporciona al poderoso una mayor valoración de sus propias virtudes y una correlativa relajación en los temores a la pérdida de la posición de poder. Es una falsa solución pues conduce de modo indefectible a la ruina política. El poderoso concentra sus sentidos en su propia contemplación y en la contemplación que le hacen sus corifeos, con pérdida del sentido de la realidad que lo circunda. Las limitaciones que ello impone al ejercicio del poder se suelen compensar con el uso de la fuerza. La fuerza conduce al abuso de poder.

Distinta es la posición de otras personas (más reducidas en número) que cuando alcanzan la plenitud que supone la consecución del poder, superan la sensación contradictoria antes descrita rodeándose de personas valiosas, moral o intelectualmente, y asumen el riesgo potencial de verse limitados o privados del poder a cambio del valor adicional que éstos le reportan. Este refuerzo se obtiene de una doble manera: desde un plano interno, en cuanto que el poderoso no puede permitirse un ejercicio autocontemplativo del poder frente a sus propios colaboradores, que son potenciales rivales, pues ello supondría la pérdida de estima por parte de éstos y un posible asalto al poder de los mismos. Desde un plano externo, la energía adicional que aportan los colaboradores valiosos garantiza un ejercicio satisfactorio y adecuado del poder, lo cual ayuda a su perpetuación.

La inteligencia del poderoso es pues el primer mecanismo de limitación del poder. Los poderosos limitan su poder a fin de perpetuarse.

- El poder de los otros actúa como límite en un sentido totalmente idéntico al anterior. Antes hemos dicho que la inteligencia impone que la organización interna del poderoso lo potencie a través de su limitación, a fin de obtener una mayor consistencia frente al exterior. En caso contrario, la propia falta de limitación llevará consigo la pérdida del poder.

Ahora, de la misma manera afirmamos que quien, en el ejercicio de sus potestades, intenta imponerse de manera frontal y por aplastamiento absoluto a los rivales en el poder, esculpe en mármol su propia caida. Sólo aquel que es capaz de limitar su acción, no mostrando a los demás la plenitud de su poder y usando la tendencia de los otros poderosos a ejercerlo sin cortapisas conseguirá su perpetuación. Recordemos la frase de Lao-Tse, según el cual la humildad sirve para actuar sin poder y lleguemos más lejos, diciendo que sirve, más todavía, para actuar con poder.

Terminemos esta digresión con un poco de humor acerca de las barreras del poder y, recordando un sarcasmo de Lichtenberg, digamos que ante la queja de ciudadanos como nosotros por las muchas cosas que hacen mal los poderosos, ellos nos podrían responder: Imagináos el mal que hubiéramos podido hacer y que nuestra torpeza y falta de inteligencia no nos ha permitido concluir.


viernes, 14 de mayo de 2010

Una pequeña fábula. Historias de la Satrapía de Media



Al Sur del Polo Norte y al Este del lejano Oeste había una tierra asolada por la fortuna, conocida como la Satrapía de Media (comúnmente denominada "el lugarico de la metad"). Como parte integrante del fabuloso País de los Milagros, sus habitantes estaban acostumbrados a presenciar prestidigitaciones, a admirar el manejo de la piedra filosofal, que todo lo convertía en oro y a escuchar argumentos que demostraban, sin ningún género de dudas, la cuadratura de los círculos.

Sin embargo, la adustez de sus ciudadanos, el rigor de su clima y la pobreza natural de sus tierras había condicionado la actividad de magos y vates en esta Satrapía, de modo que se sentían compelidos a realizar un moderado ejercicio de sus artes. No cabía comparación alguna con el brillo esplendente de los conjuros y sortilegios de sus cofrades de la feraz Satrapía de Vandalia, situada al sur del País y mucho menos era posible equipararse a la alta rentabilidad que obtenían de sus encantamientos sus prójimos orientales y mediterráneos de la Archisatrapía Olímpica (comúnmente denominada del "tres por tres, diez, y me llevo dos").


La situación se transformó con la aparición de un nuevo aspirante al gobierno de la Satrapía, llamado Josemar, mago que había aprendido su oficio en Pedrópolis, pequeño pueblo situado justo en el medio de "Media", y en el que había sido "Pontífice Rural y Pecuario", lo cual le había permitido aprender un buen número de encantamientos.

El gobierno de la Satrapía era ejercido, en aquel entonces, por una duarquía inestable integrada por el simpar Emelio y el popular Yago, conocido también como "pequeña lanza". Josemar, utilizó un poderoso sortilegio, que le granjeó la adhesión del brujo Gomarex, Señor de la Estepa belsitana y custodio de la llave del arca real en la que se guardaba los símbolos del gobierno de la Satrapía: una espiga de trigo y una rama de sabina. Gomarex, anulada su voluntad por el sortilegio de Josemar, le entregó la llave, convirtiéndole en el nuevo Sátrapa de Media.

El doncel Hippolytos de Esmirna juró venganza. Mesíades de Bactriana, rasgadas las vestiduras, lloró amargamente. Pero de nada sirvieron las lamentaciones. Los duarcas tuvieron que marchar al exilio, acompañados de sus fieles.

Josemar no perdió el tiempo. Procuró rodearse de magos y hechiceros de probada capacidad. ¡quién mejor que el egipcio Ramontej para el gobierno interior de la Satrapía!. ¡y dónde buscar un mejor Tesorero de Palacio sino en la Archisatrapía Olímpica. Seguro que Euxeniadales sería una buena elección!

Para los demás puestos, un poco de equilibrio. Josantocidres, Señor de Ugetemas, a Industria; Ve-gatha, guardiana del Avesta y fiel sacerdotisa de Ahura-Mazda a Educación; y para no olvidar a los montañeses del Norte, Bienestar Social para Calvias, Señor de las tierras de Araconia. También un poco de mostaza, Medio Ambiente para Radio, Señor de los Medios.

La intendencia de palacio quedaría a cargo de su discípulo, aprendiz de mago, Tognocases. El servicio de información y comunicación, asignado a Guarignos, se mejoró con la compra de loros adiestrados, cotorras y palomas mensajeras.

Josemar no se olvidó de la adhesión que le había manifestado Treviniel, Pontífice de la capital de Media, Pasargoza, otorgándole numerosas recompensas y distinciones, entre las que podemos destacar, por su importancia, su nombramiento como Copero Real.

Se cuenta que, en uno de sus viajes, en la ciudad de Gordio, Josemar mostró interés por examinar el famoso nudo en ella existente.

Decía la tradición que quien resolviera el enigma del nudo, aseguraría su dominio perpetuo sobre la Satrapía, e incluso llegaría a gobernar todo el País de los Milagros. Impaciente, se enfrentó al nudo, auxiliado por toda su corte, y fue absolutamente incapaz de desenredarlo, a pesar de que puso en práctica todos sus sortilegios.



Afectado por el fracaso, pero en absoluto desanimado, se tuvo que enfrentar a una revuelta palaciega encabezada por Josantocidres y Ve-gatha, que criticaban sus decisiones.


La resolvió con facilidad, mandando a ambos al destierro y sustituyéndolos por dos fieles súbditos, Gelabós de Oxca, y Radio de los Medios, que abandonó el Medio Ambiente.


Josemar fue famoso por su habilidad para hacer desaparecer toda clase de objetos, desde papeles hasta sillones. En especial fue comentado un truco en el que hacía desaparecer una cacatúa en las habitaciones de palacio. Tras varios días de búsqueda infructuosa por parte de la corte, ante la sorpresa de todos, la hacía aparecer en el lugar más insospechado. Tras recibir una ración de alpiste mágico, la cacatúa repetía punto por punto todas las conversaciones que se habían producido en palacio durante esos días, para algarabía de los amigos de Josemar. En una de las conversaciones más aclamadas se conocieron los detalles más íntimos de la turbulenta relación existente entre el Copero Real y la doncella portadora de los Aromas.

El final es conocido pues está escrito en todas las crónicas. Josemar tuvo que abdicar de su trono y retirarse a Pedrópolis, su lugar de origen donde vivió muchos años dedicado a la venta de forraje para caballerías.

No ha existido nadie que haya ejercido bien un poder conquistado con maldad (Tácito)


miércoles, 5 de mayo de 2010

Aforismos












Por encima de las nubes encontrarás un sol radiante

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Entre una persona que hace de su virtud un disfraz y otra que tiene la virtud disfrazada, me quedo con ésta última

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"Descansaré en paz", dijo la mosca a la araña
"Amén", sentenció la araña

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Muchos hombres son como los topos. Prefieren la oscuridad porque sus defectuosos ojos no les permiten aprovechar la luz

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Ejerció el poder al modo de la época, miserablemente

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La razón es un barniz. La víscera es la esencia del ser humano

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Propuesta de mensaje para la próxima campaña electoral española

"Rogamos disculpen la pena que damos"

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Un anciano rey llamó a su hijo al sentir próxima su muerte y le dijo:

"Hijo mío, sólo te daré un consejo, que es el mismo que me dio mi padre hace ya muchos años:
- Escucha a todos, pero no pienses con los oídos
- Mira todo lo que sucede a tu alrededor, pero no hables con los ojos
- Sé débil con los débiles y fuerte con los fuertes, pero que no se te note.
- Ama la verdad, odia el engaño"

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