miércoles, 16 de junio de 2010

De cómo el Brigadier Gerard se apoderó de Zaragoza


"Coronel Etienne Gerard -me dijo-, siempre he oído decir que usted es un oficial valeroso y emprendedor.
No me correspondía a mí confirmar semejantes informes y también habría sido una estupidez desmentirlos. No hice, pues, otra cosa que juntar mis tacones con un tintineo de espuelas y saludar:


- Es usted también un jinete excelente.

Admití que lo era.


- Y la mejor espada de las seis brigadas de caballería.


Massena era un hombre que llevaba fama de estar siempre informado con exactitud
"

Gerard, soldado valiente y fanfarrón que ha defendido la suerte de Napoleón por media Europa narra en su vejez sus aventuras. Estos relatos, que comenzaron a aparecer como serial en el Strand Magazine en 1895, se publicaron un año después en un volumen con el título de "The exploits of Brigadier Gerard" (que incluye ocho narraciones). Unos años después (1903) se editó un segundo volumen con el nombre de "The adventures of Gerard" (con otros ocho relatos). Existe un último relato titulado "The marriage of the Brigadier" que completa el total de diecisiete aventuras protagonizadas por Gerard.

Gerard viene a España como capitán primero de los Húsares de Conflans. En Zaragoza protagoniza una hazaña extraordinaria que decide narrar en sus memorias. Sus lectores seremos por tanto los primeros en escuchar esta historia "con excepción de dos o tres hombres y de un par de veintenas de mujeres".

La profunda impresión que produjo en toda Europa la dureza de los Sitios de Zaragoza perdura 100 años después en la descripción que Conan Doyle pone en boca del viejo Gerard:

"La enorme ciudad se hallaba ocupada por una horda numerosísima de españoles: soldados, campesinos, clérigos, animados todos del odio más feroz contra los franceses y de la más salvaje resolución de perecer antes que rendirse... Jamás hubo un sitio como aquél, porque lo corriente es que, cuando las fortificaciones caen en poder del sitiador, la ciudad se entrega, pero en Zaragoza la verdadera lucha sólo empezó cuando hubimos tomado las fortificaciones. Cada casa era un fuerte y cada calle un campo de batalla..."


Gerard se presenta voluntario a una difícil misión: penetrar en el interior de Zaragoza para acceder al "Convento de Nuestra Señora" (no está claro a qué convento zaragozano puede querer referirse. Seguramente a ninguno en particular) para volar un depósito de pólvora que se encuentra en una de las cámaras de la planta baja del convento.
Gerard entra en Zaragoza embutido en un sayal franciscano. Después de diversos azares, Gerard consigue volar el polvorín y logra la felicitación del Mariscal Lannes y el respeto de sus compañeros de regimiento.
Conan Doyle convierte la narración de la aventura en un puro pretexto para resaltar la altanería, el alto concepto de sí mismo y el valor desmedido e inconsciente de Gerard, que se presenta voluntario a la casi imposible misión para demostrar a los oficiales de su Regimiento, que le han recibido con indiferencia, quién es él. El bucle se cierra con el reconocimiento y la admiración de sus compañeros de armas.



No es es uno de los mejores relatos de Gerard. Por supuesto no resiste comparación posible con el titulado "De cómo Gerard mató el zorro". Sin embargo no deja de ser una curiosa e interesante visión de los Sitios de Zaragoza surgida de la genial pluma de Sir Arthur Conan Doyle.

lunes, 7 de junio de 2010

Todos los hombres matan lo que aman


Sábado, 25 de mayo de 1895: "Así, la sentencia de este Tribunal es que cada uno de vosotros sufra dos años de presidio, con trabajos forzados".

Oscar Wilde inicia una dura travesía por las cárceles inglesas (Pentonville, Wandsworth, Reading) que le dejó profundas marcas. La sensibilidad del preso C.3.3. (Wilde ocupaba la celda 3 del tercer rellano de la galería C) vibró como un diapasón al conocer el drama de Charles T. Woolridge, antiguo soldado de la Guardia Real de Caballería, condenado a muerte por haber matado a su mujer y ejecutado en la cárcel de Reading el 7 de julio de 1896.


Wilde compuso un estremecedor poema, "La balada de la cárcel de Reading", lleno de piedad y de esperanza en el amor de Cristo a los hombres. Conmueve su lectura en alguna de las buenas traducciones existentes, pero nada más impresionante que su lectura en inglés.

Como pequeña muestra, algunos fragmentos de la Balada

He did not wear his scarlet coat,
For blood and wine are red,
And blood and wine were on his hands
When they found him with the dead,
The poor dead woman whom he loved,
And murdered in her bed.

He walked amongst the Trial Men
In a suit of shabby grey;
A cricket cap was on his head,
And his step seemed light and gay;
But I never saw a man who looked
So wistfully at the day.

I never saw a man who looked
With such a wistful eye
Upon that little tent of blue
Which prisoners call the sky,
And at every drifting cloud that went
With sails of silver by.

I walked, with other souls in pain,
Within another ring,
And was wondering if the man had done
A great or little thing,
When a voice behind me whispered low,
"That fellows got to swing”

Yet each man kills the thing he loves
By each let this be heard,
Some do it with a bitter look,
Some with a flattering word,
The coward does it with a kiss,
The brave man with a sword!

Some kill their love when they are young,
And some when they are old;
Some strangle with the hands of Lust,
Some with the hands of Gold:
The kindest use a knife, because
The dead so soon grow cold.

Some love too little, some too long,
Some sell, and others buy;
Some do the deed with many tears,
And some without a sigh:
For each man kills the thing he loves,
Yet each man does not die.


In Reading gaol by Reading town
There is a pit of shame,
And in it lies a wretched man
Eaten by teeth of flame,
In a burning winding-sheet he lies,
And his grave has got no name.

And there, till Christ call forth the dead,
In silence let him lie:
No need to waste the foolish tear,
Or heave the windy sigh:
The man had killed the thing he loved,
And so he had to die.

And all men kill the thing they love,
By all let this be heard,
Some do it with a bitter look,
Some with a flattering word,
The coward does it with a kiss,
The brave man with a sword!

C. 3. 3.



Nos despedimos con el fragmento de la Balada que se usó como epitafio en la tumba de Wilde


"And alien tears will fill for him
Pity's long-broken urn,
For his mourners be outcast men,
And outcasts always mourn."

(y lágrimas extrañas llenarán para él
esa urna de piedad tanto tiempo destrozada.
Quienes por él están desconsolados serán parias
y los parias jamás hallan consuelo)
Traducción de E. Caracciolo

martes, 1 de junio de 2010

Glaciares del sur de Europa

Por los dominios de Russell

Pincha en las fotos para verlas en grande

Roca, nieve y cielo azul. El sueño de todo montañero



El glaciar nos espera.


La subida se endurece


Un mar de nieve nos recibe. De él emerge un enorme islote rocoso


Una trepada, y ya estamos



Desde la cumbre el glaciar se ve de otra manera


Glaciares colgados en la cara norte


La inmensidad de la montaña pirenaica lo empequeñece todo. Busca el Refugio en la foto.



El Conde Russell amó tanto esta montaña que pasaba largas temporadas en unas cuevas que mandó excavar cerca de la cumbre. El macizo es conocido por los franceses como Vignemale y por los españoles como Viñamala o Comachibosa.