sábado, 3 de agosto de 2024

Bartimeo (Marcos 10,46)

A pesar de mi ceguera

todos los días marchaba

a la vera del camino

por ver si allí te encontraba


Pasaste un día a mi lado,

te grité que ciego estaba

y detuviste tu paso

fijando en mí tu mirada


Con ternura preguntaste

qué gracia de tí esperaba,

clamé: “¡Señor, quiero ver!”

y esa gracia me fue dada


Tornó mi ceguera en luz

al recibir tu palabra

y el resplandor de tu amor

me dejó prendida el alma


Terminó mi noche oscura,

mi alma quedó enamorada,

de un brinco salté al camino

y feliz seguí tu marcha

*