miércoles, 1 de diciembre de 2021

Historias de la Leyenda Negra. El rey Felipe III y el protocolo de la Corte

 

Les ofrezco una visión humorística de una de las  historietas más chuscas que alumbró nuestra Leyenda Negra.

La obra «Piéces intèressantes» del escritor y dramaturgo francés Pierre Antoine de La Place describe la anécdota que trata de ridiculizar la rígida etiqueta de la corte de los Hagsburgo. La historia se relata en este artículo de Protocolo.org. Y su falsedad se revela en este otro artículo del diario ABC.

Protagonizan el relato el rey Felipe III, el Marqués de Tovar, la chimenea del salón y un ausente Duque de Lerma.

Por supuesto el rey no falleció de un sofocón. La muerte le sobrevino por una erisipela.

* 

Según la Negra Leyenda

España es rara Nación

que une maldad y ambición

con ignorancia tremenda,

vamos, que no tiene enmienda.

Circulan muchas patrañas

sobre las patrias “hazañas”.

Son historias deformadas

o totalmente inventadas

y algunas bastante extrañas:

*

El rey Felipe Tercero

fue un soberano muy estricto

que a la “etiqueta” era adicto,

cumpliéndola con esmero.

Era asimismo friolero

y le gustaba sentarse

junto al fuego y retreparse

en su silla castellana

con su manta zamorana

para así bien calentarse

*

Mas sus lacayos un día

enorme hoguera atizaron

y el sillón le colocaron

donde el fuego más ardía.

Gran calor el rey sentía,

mas mandaba la etiqueta

mantener la mano quieta

y en el sillón aguantar

sin poderse levantar

guardando impávida jeta.

*

La etiqueta, al parecer,

asignaba la función

de retirar el sillón

según estricto dossier.

No era trabajo de ujier,

tampoco “curro” de conde

ni de barón o vizconde,

ni siquiera de marqués…

pues mover a un Rey los pies

solo a un duque corresponde.

*

En el salón nadie había,

por suerte acertó a pasar

el buen marqués de Tovar

que intuyó que el rey sufría.

Dijo que no le incumbía

sofocar dicha efusión

porque sería inmisión

en una función ducal

y creyó lo más cabal

que aguantara el sofocón.

*

El calor tornaba intenso,

el termómetro subía

y la sangre al rey le ardía

mirando a Tovar muy tenso.

Felipe siguió indefenso

porque el duque allí no estaba

y aunque el “servicio” buscaba

al duque por los salones

explorando sus rincones,

a Lerma nadie encontraba

*

Resultó que, por desgracia,

el duque no estaba a mano

pues un negocio lejano

le ocupaba en Samotracia...

Le asfixió la burocracia”,

admitirán que es buen lema

para acabar el poema,

mas otro epitafio añado:

Aquí yace un rey templado

que se abrasó por su flema”

(Dedicado a mi hija María)

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