miércoles, 8 de diciembre de 2010

La Silla del Diablo








Al oeste de Inglaterra, en el Shropshire, cerca ya de la linde con el País de Gales, se alzan unas modestas montañas cuyas imágenes alimentaron los sueños de mi infancia.




El Long Mynd y los Stiperstones, coronados por la siniestra “Silla del Diablo” (Devil's Chair), constituían el entorno natural en el que un grupo de muchachos integrados en el Club del Pino Solitario vivían unas aventuras llenas de misterio y emoción.

Pocos libros de mi infancia consiguieron transmitirme con tanta fuerza un paisaje. Sólo por ello su autor, el escritor inglés Malcolm Saville, merece ocupar un lugar en el pequeño altar de los mitos de mi niñez junto a los grandes nombres de Julio Verne o Salgari.

Soñé muchos años con viajar al Shropshire y conocer la Silla del Diablo. Las modernas tecnologías me han mostrado finalmente la imagen real de mis sueños.




He satisfecho esa deuda conmigo mismo, pero debo confesar que me quedo sin duda con la visión que se forjó un niño de 10 años.

3 comentarios:

Unknown dijo...

D. Gulliver:
¡Cómo resistirse a los 10 años y lo que ello supone de vivencia intensa y mágica de la existencia que nos ha de llevar!. Desde los juegos más simples hasta las lecturas más impactantes somos lo que vivimos y lo que hemos leído, reviviendo nuestra infancia en nuestros hijos, sobrinos o lo que nos topemos.
A Emilio Salgari lo heredé de mi madre, en unos volúmenes de papel de estraza propios de la postguerra, y también los cuentos clásicos españoles y extranjeros. Después vas leyendo otras cosas que excitan tu imaginación desbordante: piratas, El Señor de las Moscas, mitología, comics...
En la "mesovida" dedicas más tiempo a leer las nóminas, los extractos de tu cuenta, los papelotes de tu trabajo y los periódicos, con sus noticias crispantes y generalmente tristes; tódo gris y previsible.
Pero afortunadamente, aún queda ese niño de 10 años, tan frágil e imaginativo, que retoma la aventura cuando el guerrero descansa: En una gripe que pasé le pedí a mi mujer que me comprara el periódico local y ella, que me conoce, me compró El País porque regalaban La Isla del Tesoro. El periódico quedó relegado pero el libro, con 39 de fiebre, me lo "pulí" en dos días, como cuando tenía 10 años.
Siempre recomiendo a las personas que disfruten de la enfermedad, puntual o crónica, para hacer aquello que les gusta y la rutina no te permite.
D. Gulliver: Siéntese en su Devil´s Chair preferida y ¡A disfrutar!.
Un abrazo muy fuerte.

Gulliver dijo...

¡Ah, las enfermedades!. No se puede imaginar lo que leí durante una hepatitis que, a muy temprana edad, me tuvo en cama 40 días (Julio Verne, Enid Blyton, y unos maravillosos libros de la colección "el Globo de Colores" de la editorial Aguilar - el motín de Aranjuez y el Dos de mayo,de Antonio Jiménez-Landi-). Por encima de todos, la impresión profunda que me produjo la lectura de la Vuelta al mundo en 80 días de Julio Verne hizo más liviana la enfermedad

Durante una tremenda gripe que me tuvo postrado más de una semana con fiebre muy alta cayó completa la saga de la familia Malaussène, de Daniel Pennac.

No sé que sería de mí sin una buena enfermedad de vez en cuando.

Unknown dijo...

¡Cómo me alegra, Gulliver, verle repuesto y tan vivo!
EL GLOBO DE COLORES también lo leía yo en mi infancia (Las avanturas de Lucky loock, Sé tú el juez; y aquella portada con el glogo de los hermanos Mongolfierd sobrevolando París...).
Todavía recuerdo también-lo tengo en mi biblioteca-LOS CUENTOS DE LAS VERDES COLINAS, y algunos libros de la colección de LOS CINCO- de Enid Blyton, que con su relato EL PETIRROJO DE ANDRÉS, enseñé a mi hijo a pronunciar la RR.
No veo el momento de pasar otra gripe.